Ley anti-cochinadas cumple 3 años en Japón y el caos sigue vivo
Por Antojasai • 6 julio, 2025

A tres años de la ley anti-coacción en el cine para adultos, Japón sigue sin resolver el fondo del problema
En 2022, Japón aprobó la Ley de Prevención y Asistencia para Víctimas de Participación Forzada en Videos para Adultos. Suena rimbombante, pero el objetivo era claro: proteger a quienes participaban en grabaciones para la industria AV (adult video) de prácticas abusivas, engaños y contratos turbios. Y aunque la intención parecía buena sobre el papel, tres años después, los resultados dejan más preguntas que certezas.
La ley ofrecía herramientas importantes, como un “periodo de enfriamiento” para cancelar contratos incluso después de grabar, y más control para los intérpretes sobre el contenido donde aparecen. De hecho, muchos creyeron que esto marcaría un cambio real en la industria. Hubo debates intensos, protestas callejeras e incluso propuestas de prohibir las escenas sin simulación o eliminar por completo el AV, al estilo Corea del Sur. Pero aquí estamos, y el panorama sigue siendo… complejo.

¿Protección real o legalización camuflada?
Uno de los efectos más extraños es que varias intérpretes y activistas —algunas sin ninguna simpatía por el mundo del JAV— argumentaron que la ley no solo no las protegía, sino que, en ciertos casos, legitimaba el “trabajo contratado” sin resolver el problema de fondo: la coacción.
El resultado ha sido una industria que sigue operando con zonas grises. Uno de los ejemplos más evidentes es el auge del contenido amateur, donde las reglas y los controles son mucho más laxos. ¿Quién vigila realmente lo que se graba fuera del marco formal? Spoiler: casi nadie.
Suben las detenciones, pero no por lo que crees
Aunque la ley sigue vigente y las autoridades insisten en que se está aplicando, las estadísticas cuentan otra historia. Según la Agencia Nacional de Policía, los arrestos por violar la ley pasaron de 1 en 2022 a 11 en 2023, y 29 en 2024.
¿Más crímenes? ¿O mejor vigilancia? Las autoridades creen que ahora simplemente son más eficaces encontrando a los que se saltan la ley. Pero de una u otra forma, la cifra muestra que los métodos ilegales no han desaparecido. Y sí, las personas siguen cayendo.
Crecen las denuncias, pero también la visibilidad del problema
La Oficina del Gabinete de Japón reportó que el número de consultas relacionadas con apariciones en videos para adultos fue de 164 en 2022 y aumentó a 218 en 2023. Para algunos, este aumento es una buena señal: más intérpretes están buscando ayuda legal, lo que significa que ahora saben que hay canales de apoyo. Para otros, es prueba de que el problema sigue muy presente.
Una de las organizaciones no lucrativas más activas en este tema es PAPS (no confundir con los estudios AV), que ha advertido sobre nuevas formas de enganche: personas que reclutan chicas en la calle sin explicar que terminarán en contenido adulto, o anuncios “disfrazados” en redes sociales con frases como “buscamos modelos”.
Los clubs de hosts, las deudas y el empuje hacia lo ilegal
Otro factor que ha complicado aún más las cosas es el crecimiento de las deudas personales. Muchas jóvenes con cuentas pendientes en host clubs (bares donde hombres atienden a mujeres y ellas pagan) se ven atrapadas. Algunos medios —y hasta la policía— han simplificado demasiado el tema, culpando exclusivamente a estos clubs del aumento en la prostitución y apariciones en videos amateur.
Pero la realidad es más compleja. Sí, hay casos así, pero también hay cientos de factores económicos, familiares y sociales detrás de cada decisión. Reducir todo a “las deudas en el host” solo tapa el sol con un dedo.
Borrar videos… más fácil decirlo que hacerlo
Uno de los puntos positivos de la ley es que ahora los ex-intérpretes pueden solicitar la eliminación de contenido donde aparecieron. Sin embargo, esa esperanza choca con una dura realidad: una vez que un video toca internet, se replica en decenas de sitios, se sube sin control y prácticamente se vuelve inmortal.
La ley puede ayudar a bajarlo de las plataformas grandes o legales, pero el contenido ya circuló. Y muchas veces, el daño ya está hecho.
¿Sirvió la ley o fue solo marketing político?
Tres años después, la respuesta es complicada. Sí, hay más canales de ayuda. Sí, hay más arrestos. Pero las prácticas dudosas no han desaparecido. Y la industria sigue explorando nuevas formas de operar en las sombras.
Lo que queda claro es que, por ahora, la ley ha sido más un parche que una solución definitiva. Y mientras tanto, cientos de jóvenes siguen navegando un entorno donde el consentimiento a veces se confunde con la desesperación.